El plan sigue siendo el mismo: el encuentro, un encuentro entre iguales donde compartimos nuestra vida. Esto que parece simple, sigue siendo un desafío enorme. Nos exige mucho, nos pide amar al que no conocemos, nos pide tener compasión, capacidad de abrir el corazón y aceptar lo que no entendemos. Este amor no tiene como fin cambiar el mundo ni ayudar a todos los hermanos dejados de lado. Es un signo de estar viviendo el reino de Dios. Hoy sentimos que Jesús nos invita a caminar hacia ese reino que ya podemos empezar a vivir.
Al arrancar el año compartíamos con el grupo algunas características de la vida fraterna. Pensábamos que en el encuentro entre hermanos se debía dar un afecto y un amor manifestado en actitudes humildes, en miradas sencillas, en respuestas serenas. Quizá estas son algunas de nuestras guías para vivir el encuentro fraterno.
Queremos seguir caminando hacia este reino y de esta forma anunciarlo. Mostrar que este reino esta cerca y que con Jesús es posible un vida diferente, mas amable, mas digna y mas justa. Hay esperanza para todos.